Yo caminaba entre las dalias, un humo feroz bajó del cielo y se hizo perfume. Esto debió haber acontecido porque yo estaba brillante y desnudo. Corrí hacia esa nube mágica que se había manifestado, como si una voz me indicara "Por aquí, ven… ¡Ahora!". Yo ardía en deseos y tenía que contener la respiración para no gritar. Pero miraba las dalias, mientras corría, ellas cantaron Lascia ch'io pianga pero no lograron calmarme.
Llegué al borde de las flores, donde todo se oscurecía y ahí lo vi. El nadador, también desnudo, se tiró al agua. Entró con mucha des